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A veces tropiezo con viejos bultos del pasado. Recuerdos, reacciones y actitudes que me hacen huir, discutir, ignorar situaciones y personas importantes para mi. Tal es la naturaleza de esas experiencias plasmadas en heridas que aunque parecen haber sanado por el paso del tiempo, una que otra vez vuelven a molestar.

Y no sé a ti, pero a mí me sucede que los tropiezos del pasado lejano regresan con furia cuando las cosas van mal ahora. Y muchas veces se trata de eventos de áreas de mi vida que nada tienen que ver con lo que en el momento está atascado. Es como si la miseria del problema actual busca compañía en sus colegas del pasado para molestarte con mayor fuerza. Yo le digo a esto hecharle bultos del ayer a la carreta del presente. Y para mí es un recordatorio que lo que no se cierra en su momento, acomodado, con lazo y listón se convierte en una cajita de pandora que se abre cada tanto para soltar su toxicidad.

Pude entender esto durante mi proceso de divorcio, cuando el mundo se derrumbaba a mi alrededor y en el horizonte se veían acercarse esas emociones del pasado corriendo a toda prisa para entorpecer aún más un camino que ya era bastante difícil. Si a ti te pasa eso durante los conflictos de relación o en procesos de ruptura, quiero decirte que no estás sola y que aunque es algo común, también es una gran oportunidad de acomodar el pasado para que apoye tu presente.

Esas crisis de vida fuertes tienen la capacidad de ponerle una lupa a tu vida para que veas desde dónde y cuándo te has desatendido. Y que reconozcas esos fantasmas del pasado como lo que son, asuntos pendientes que en su momento no atendiste para tratarlos y entenderlos. Para mí el proceso de terapia durante mi divorcio pudo acomodar mucho más que solo la ruptura, me permitió regresar a esa cajitas, ordenarlas y ponerles su listón para que ya no molesten más.


Para mí el objetivo de una terapia no es borrar esos eventos del lienzo de nuestra existencia, en cambio, es hacer con ellos un mapa de auto-cuidado que nos diga por dónde andar y qué cruces evitar. Es conocer mejor los caminos del amor que nos conducen a las relaciones que deseamos tener.

Soy terapeuta y acompaño a mis clientes en esa labor de examinar, entender, acomodar y liberar. Todo un proceso para hacerlas más libres y auténticas, ya sin tantas cajas de pandora que estar cerrando a cada tropiezo. Existen muchas maneras de hacer este trabajo: terapia psicológica, constelaciones familiares, terapias energéticas alternativas, consejería religiosa, coaching y muchas más. En lo personal, una combinación de coaching, terapias energéticas y psicoterapia han sido lo que más lejos me ha llevado en ese nuevo camino de conciencia. Inclusive con rupturas más recientes, el trabajo hecho hace unos años me ha apoyado para salir más rápido del dolor. El asunto es abrirse y tomar la decisión de entrar a ordenar a ese armario de cajitas para que queden todas acomodadas y posiblemente, no sea necesario volver a abrirlas.