Hay Navidades en las que simplemente te sientes de bajón. El paladar no disfruta de los manjares, los ojos no se deslumbran con las luces y tu corazón está más bien apagado a la magia del momento. A esto se le llama depresión de las fiestas y nos afecta por diversas razones. Te comparto qué la causa y cómo combatirla.
No es que exista la depresión navideña como tal, es que alrededor de las fiestas se dan varios disparadores que pueden generar bajones anímicos, emocionales y mentales que te hacen sentir “depre” en momentos en los que crees debieras estar celebrando. Y es que las expectativas que envuelven las fiestas de fin de año, sin importar tu religión o cultura, ponen mucha presión para desempeñar de una u otra manera, sin importar tu disposición para ello.
Hay quienes se esmeran desmedidamente en cada detalle al punto que padecen de mucho estrés y disparan episodios de ansiedad o ira. Para otros es frustración y envidia lo que les invade por “no tener lo que otros tienen” porque en las fiestas es común ver al vecino y comparar desde la decoración hasta la cantidad de invitados que reciben para el ponche. Y también hay quienes viven momentos de mucha tristeza por una persona que se fue, una situación que terminó y vivir nostalgia profunda por tiempos y personas que no volverán.
Algunos disparadores de estas depresiones navideñas son:
- Aislamiento social de familia y amigos. Muchas personas no viven en la misma ciudad ni cerca de sus familiares y por diferentes circunstancias no pueden viajar para reunirse. Otros están viviendo un duelo y tienden a aislarse como parte del proceso. Esto puede disparar síntomas de depresión, especialmente en hombres mayores que no tienen el hábito de cultivar relaciones con vecinos ni buscar conexión con amigos.
2. Esa maña de compararte con los vecinos. La idea de que otras personas la pasan mejor que tú en Navidad puede causar sentimientos de inadecuación, incapacidad, e inclusive, falta de merecimiento. Si tus vecinos celebran la más concurrida y detallada posada del vecindario, aunque sea irrelevante para tu bienestar, en estas fechas se siente como un gran fracaso y causarte un bajón emocional.
3. Perfeccionismo navideño. Esas expectativas irreales de lo que es celebrar las fiestas que te ponen como araña de corpus. Debes dejar a un lado los estándares altísimos en cuanto a decoración, comida, tradiciones y regalos que incrementan el estrés y roban el brillo a una época que fue creada para compartir y agradecer. Las demandas son cada vez más altas y caemos en la trampa de pensar que para gozar del momento debemos llenar a cabalidad cada uno de los detalles de una lista que es costosísima en energía y sobre todo, en dinero.
4. Trastorno depresivo mayor con patrón estacional. Algunas personas padecen de este trastorno cuando hay un cambio de estación que incluye cambios de luz y temperatura y afectan su estado anímico y psicológico. Este tipo de depresión es recurrente y sucede año con año sin que otras circunstancias le afecten. Si ese es el caso, debes buscar ayuda psiquiátrica para obtener medicamento, así como terapia con lampara de luz y cognitiva-conductual para cambiar rutinas que ayuden a mejorar los síntomas.
Estrategias para manejar la depresión de la época:
Empieza con gratitud la temporada. Haz una lista de bendiciones que tú y tu familia disfrutan hoy y que pueden celebrar en las fiestas. Si empiezas con un ejercicio de ubicación de todo lo maravilloso que hay en tu vida, la necesidad de impresionar y regalar será menor, y podrás planear con el objetivo en mente y mucho menos estrés y ansiedad.
Haz un plan deliberado e intencional de conectar con personas cercanas. O personas que aunque no son tu familia pueden darte ese aprecio y compañía tan necesario en estas fechas. Ofrece tu tiempo a la comunidad y haz la diferencia en la vida de extraños que pueden necesitar un abrazo tanto como tú.
Deja de pensar que la vida de otros es más llena, más alegre, más abundante que la tuya por lo que ves en sus fotos y celebraciones. Las redes sociales son engañosas, también lo es la decoración excesiva de los vecinos. La realidad es que todas las familias tenemos momentos buenos y no tan buenos pero en el balance de las cosas todos somos bendecidos de manera distinta.
Suelta el perfeccionismo y libérate a ti y a tu familia de la presión de crear una Navidad de revista. Enfócate en compartir y conectar. Selecciona las cosas que quieres hacer especiales y disfrútalas, suelta lo demás. Y algo importante, involucra a tu familia en la decisión de lo que se hace para no cargar de estrés tu entorno sino de gozo y celebración.
Cuida tu cuerpo. El exceso de comidas azucaradas y grasosas, así como el alto consumo de alcohol, por cantidad y frecuencia, afectan tu cuerpo y estado de ánimo directamente. Procura comer balanceado y mantenerte hidratado para ayudar a tu cuerpo y mente a equilibrarse.
No cedas a la presión social. Si estás cansado, no vayas a esa fiesta. Si no tienes plata, no compres el regalo para impresionar. Aprender a decir que no, a ti misma primero, y a los demás también es una destreza de auto-cuidado mental y físico que debes desarrollar y practicar. No ceder a la presión social va mantener tu cuenta bancaria en números negros, y el tanque de gasolina emocional lleno. Ponte siempre de primero y podrás cuidar a los tuyos con más amor y seguridad.
Las fiestas navideñas sacan cosas positivas como conexión, generosidad y gozo; pero también emociones grandes y cargadas de tristeza, ansiedad y enojo. Si logras enfocarte en las positivas y establecer límites sanos estarás generando un ambiente y entorno amoroso en una época que celebra precisamente la luz y el amor.