A veces te hablo a ti y otras me explico a mí. Cuando te explico es para que yo me entienda, cuando me hablo es para que tú te escuches. Y así, entre palabras que entran y salen, algo nos quede a ti lectora y a mi autora, que ambas algo de esto pescamos.
Y hoy te digo, para que tu escuches y también para que yo entienda: deja de buscar arreglar fuera lo que sólo se puede acomodar dentro. Superar, sanar y pegar… tú puedes hacerlo. La ruptura duele, llega con más que sólo fisuras en el alma que atender. También hay que limpiar esas afiladas esquirlas que perforan tiernos lugares y pinchan en tantos otros. Son reacciones e interpretaciones que te tienen abrumada, hay que retirarlas. Te entiendo, no es fácil. Vernos sin excusas requiere mucha valentía y mucho amor propio. Tomar las pinzas y retirar los escombros es de pacientes.
Esa labor de repara lo roto, de pegar la vasija que te contiene con pasta de oro, que es la única manera de restaurar tan precioso envase, implica que pases de víctima quejumbrosa a inspirada artesana. Y sólo puedes hacerlo con una visión clara de quién eres, qué quieres y cómo deseas transitar la vida. La labor de restauración para ti, mujer maravillosa es algo así:
- Hoy es el día que digo “Hasta aquí, ya no tropezaré de nuevo con la misma piedra. Aprenderé a fluir alrededor de ella y seguir mi cauce con tranquilidad.”
- Sueño y visualizo las infinitas posibilidades que hay para mi vida. Me conecto con las sensaciones más exquisitas que puedo imaginar y afirmo que así se puede sentir la vida, y que haré lo posible porque así sea.
- Tomo acciones que me acerquen poco a poco esa visión que llena mi vida con gozo, bienestar y plenitud. Me enfoco en generar emociones positivas con cada paso que doy. Atiendo lugares de mi que había olvidado, me enfoco en crecer esas virtudes que tanto bien traen a mis días.
- Pongo mi mirada y energía en el presente, dejando atrás el pasado con aceptación y perdón. Vislumbro el futuro con alegría y seguridad que lo mejor está por venir.
- Me hago responsable de mi propio crecimiento y asumo ese poder inmenso de creación que poseo. Dejo de buscar fuera de mí al maestro, al proveedor o protector, me asumo como todos ellos e ilumino el camino con mi propia luz.
Reconstruyes tu vasija, te contienes y habitas mejor cuando has conocido tus límites. Cuando conoces tu punto de quiebre y te atiendes antes de llegar a él y no permites que nadie los traspase. Pero recuerda que nada puede romperte realmente, tu esencia es eterna, inquebrantable. Sólo se hace más bella e invaluable con cada experiencia que tienes, inclusive las que duelen.